La tristeza

Las paredes que construimos a nuestro alrededor para mantener fuera la tristeza, también impiden que entre la alegría.

¿Qué es?

Una reacción ante una pérdida o situación adversa por la que nos vemos superados. La tristeza también pueda aparecer tras grandes alegrías cuya dimensión resulta excesiva para que la persona que la experimenta pueda gestionarla emocionalmente con eficacia.

¿Qué nos causa tristeza?

Los desencadenantes más comunes de la tristeza suelen ser:

  • La pérdida de una persona, objeto u objetivo valioso.
  • La vivencia de una situación adversa.

Estos mismos desencadenantes son compartidos por otras emociones de cariz negativo como pueden ser la ira o la rabia. El hecho de que una persona ante una determinada situación experimente tristeza o rabia dependerá fundamentalmente de sí considera que todavía se puede hacer algo, en cuyo caso las emociones que sentirá pueden ser irarabia, etc., si por el contrario, esa persona considera que no se puede hacer nada para mejorar la situación entonces, se sentirá realmente triste.

¿Qué factores determinan la intensidad de esta emoción?

Es bien conocido, el hecho de que ni todas las personas se ponen tristes ante una misma situación. Ni todas ellas, reaccionan con la misma intensidad ante estas situaciones.

Los moduladores más comunes de esta emoción son:

Entre los patrones de personalidad, conviene saber que una persona con alto grado de neuroticismo presenta mayor probabilidad a sentirse triste ya que este rasgo normalmente va asociado con una baja autoestima, una gran facilidad para sentirse culpable y un alto grado de exigencia consigo misma.

Por otro lado, variables cognitivas de la personalidad también influyen en la emoción de tristeza. Así por ejemplo una persona, con un estilo explicativo pesimista, piensa que él o ella es el causante de todo aquello negativo que le ocurre en la vida. Mientras los hechos afortunados son sólo producto del azar y no tienen nada que ver con su persona.

Las personas que son especialmente rígidas, con un sentido del deber elevado, una ética y una moral exigentes, muy controladoras, tienen una facilidad asombrosa para sentir tristeza debido a que tienen poca capacidad de adaptación a los cambios, es lo que en psicología clínica se denomina personalidades melancólicas.

En cuanto a los esquemas cognitivos conviene saber, que cuando una persona se ve expuesta a varios acontecimientos que generan tristeza como pueden ser los fracasos o ausencia de logros, llega un momento en el que se ve paralizado por el miedo, y la tristeza extrema es lo que se conoce como indefensión aprendida.

La tristeza genera errores en los procesos del pensamiento.

Se ha observado, que los pacientes depresivos tienen una baja capacidad de resolver problemas interpersonales.
No es lo mismo una persona triste en un país individualista como puede ser Estados Unidos que una persona triste en un país colectivista como puede ser Japón. Qué queremos decir con esto, imagínese el bróker neoyorkino (ese ejecutivo agresivo que aparece en las películas norteamericanas). Para él, y para aquellas personas que le rodean el sentimiento de tristeza tiene claramente un tono hedónico negativo. Mientras que en aquellas culturas colectivistas, este sentimiento es un paso más por el que todo el mundo debe pasar para seguir perfeccionándose. Es decir, en estas culturas la tristeza se vive como algo positivo y es muy aceptado socialmente.

Afrontamiento

La tristeza nos protege y ayuda a restaurarnos  frente a los posibles daños que pueden surgir de nuestra interacción con el medio. Se distinguen tres grandes formas de afrontamiento

  • El retiramiento, la persona triste se «aísla» del medio lo que le permite reflexionar y cambiar conductas que han resultado ser poco eficaces ante la resolución de problemas.
    Sin embargo hay que tener en cuenta, que la predisposición de una persona sumergida en la tristeza le hace tener pensamientos  y actitudes negativas que le ayudan a mantener esa actitud de inactividad. Si estamos tristes porque hemos suspendido un examen, este sentimiento puede facilitar la aparición de pensamientos como “no sirvo para estudiar”. Este pensamiento a la vez nos desmotivará para estudiar el siguiente examen con lo cual aumentará nuestras posibilidades de volver a suspender y mantener de este modo nuestro sentimiento de tristeza
  • La moderación funcional, la tristeza ayuda a atenuar el nivel de activación general del individuo. Esto otorga un ritmo más pausado a los procesos cognitivos que ahora examinan a fondo, la situación de conflicto como las conductas desplegadas fracasadas. En muchas ocasiones esta actitud para facilitar procesamiento resalta las novedades de la situación y propician nuevas estrategias de acción. Por ejemplo al sentirnos tristes por el suspenso tenido no tenemos ganas de realizar ninguna otra actividad, esto puede hacer que nos concentremos en todo el proceso de preparación del examen y que busquemos los fallos que hemos cometido y tomemos medidas para que no se vuelva a repetir
  • Impacto social, La tristeza, promueve la empatía de los demás hacia nuestra situación y persona lo que aumenta las posibilidades de un mayor contacto social que nos ayude a superar la situación. Sin embargo, en muchas ocasiones se da el efecto contrario, y  la persona entristecida rehúye totalmente de las personas que les rodean presentando un hermetismo muy elevado.

¿Para qué sirve la tristeza?

Como se puede derivar del apartado anterior las principales funciones de esta emoción son las siguientes:

  • Atenuar el nivel funcional de la persona.
  • Centrar la atención en un mismo.
  • Instigar  la búsqueda de apoyo social y promover la empatía por parte del entorno.
  • Facilitar la introspección y el análisis constructivo de la situación que ha generado el conflicto.

Expresión corporal

La cara de una persona triste se caracteriza por:

  • Elevación de la parte interior de las cejas.
  • Descenso de la comisura de los labios.
  • Ascenso de los pómulos y estrechamiento de la apertura de los párpados.
  • Inclinación de la cabeza.
  • Mirada hacia abajo.

En cuanto al resto del cuerpo se observa una mayor lentitud del movimiento. Una de las cosas más características de las personas afligidas por la tristeza es su tono de voz que disminuye notablemente al igual que la fluidez verbal.

Consecuencias de la tristeza: sus efectos cognitivos

Una de las consecuencias que más impacto genera en la vida diaria de una persona que experimenta tristeza, tiene que ver con los aspectos cognitivos o de pensamiento. La persona triste suele presentar pensamientos rígidos y estereotipados mostrándose incapaces de valorar opciones alternativas, sobre todo cuando los planes de acción anteriores han fallado. Sin embargo cuando resulta obvio que el camino tradicional no es el más adecuado la persona atribulada adopta una nueva actitud.

¿Qué nos puede ayudar a aliviar la tristeza?

El contacto social con nuestros seres queridos. Aunque nos cueste mucho cuando nos sentimos tristes debemos “obligarnos” a rodearnos de nuestros seres queridos interactuar con los demás. Su apoyo es fundamental, para atenuar este sentimiento.

¡Y con la música a todas partes! Estudios psicológicos demuestran que el empezar el día con canciones alegres facilita una actitud positiva ante los acontecimientos cotidianos.

Ser conscientes de nuestros pensamientos y actitud negativa e intentar ponerle remedio. Para ello podemos recurrir a la práctica de alguno de nuestros hobbies.

EL color de la tristeza es el azul

Pertenece a la gama de los colores fríos pero es un color que transmite serenidad, confianza, calma y tranquilidad, eso sí una sobreexposición al mismo puede conllevar a estados de tristeza, melancolía, depresión y fatiga. Normalmente se aconseja que se combine con colores cálidos para encontrar el equilibrio emocional.


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